Orgullo de ser puertorriqueño. Ayuda al pueblo de Haití. publicado en El Nuevo Dia 02/08/10
Orgullo de ser puertorriqueño
Hernán Padilla
Gracias a la compasión, generosidad y decencia humana, el pueblo de Puerto Rico se volcó en ayuda humanitaria para asistir a los damnificados por el terrible terremoto. Nos llena de orgullo que los puertorriqueños recaudaron más de $4,300,000 y enviaron toneladas de alimentos, leche, agua, medicinas y otros artículos de necesidad. No sentimos lo mismo por los que, en una misión humanitaria, mancharon el buen nombre de Puerto Rico ante la comunidad internacional. Merecen el rechazo y repudio por su torpeza, falta de ética profesional y ausencia de sensibilidad hacia los sufridos.
El interés de Luís Fortuño por ayudar al pueblo haitiano antecede el terremoto. Por encomiendas del gobernador, el Secretario de Estado estableció contacto con el gobierno haitiano en el 2009. Luego de consultas con Bill Clinton, enviado especial de la ONU, en relación a Haití, McClintock se reunió con el Primer Ministro Bellerive para coordinar la ayuda que Puerto Rico pudiera brindarle a la clase media en el área de educación post secundaria, con miras a expandir la clase profesional en administración publica.
El terremoto cambió la misión y las prioridades. Nuestro gobierno se mantiene en comunicación con Hillary Clinton, USAID, y el Departamento de la Defensa para coordinar la ayuda del pueblo puertorriqueño hacia el pueblo de Haití. El Alcalde Jorge Santini ha puesto la Casa Cuna de San Juan a la disposición de los niños huérfanos y la Primera Dama de Puerto Rico ofrece ayuda para los niños que no tienen albergue.
Haití es el país mas pobre del hemisferio americano. Gracias a la ayuda de innumerables organizaciones gubernamentales durante los últimos años, miles de haitianos habían comenzado a levantar cabeza. La realidad es que la destrucción de Puerto Príncipe y los daños a la infraestructura, vivienda, vías de comunicación, sistemas de servicios de salud y la red de apoyo social, y la desaparición de “facto” del gobierno haitiano fue un rudo golpe contra un pueblo abandonado por la historia. Ciento cincuenta mil perdieron sus vidas, se estiman en decenas de miles los desaparecidos. Los rostros de mujeres, niños y ancianos hablan de su pesada y esclavizante historia de sufrimiento y miseria endémica de la antigua colonia francesa.
No siempre fue y no tiene que ser así. La Española, como se designaba a Santo Domingo y a Haití, era una isla rica. La industria azucarera ofrecía trabajo y mejor ambiente para los trabajadores de la caña que en Puerto Rico. Resulta irónico históricamente que en el 1900 Puerto Rico era conocido por su abyecta pobreza como la “casa pobre del Caribe”, donde existía desempleo masivo, miseria, ausencia total de salud pública y desesperanza. Cuando el gobierno español cede la Isla a los Estados Unidos en el 1898, la nueva colonia era el cadáver de una sociedad explotada y abandonada.
Mucho ha cambiado. Luego de 111 años de colonialismo “benigno, Puerto Rico está preparado y gustoso de convertirse en el eje geopolítico americano del Caribe; en el corredor de ayuda humanitaria a las victimas inocentes que claman por ayuda de los Estados Unidos de América. Somos un faro de luz y esperanza de los que no tienen nada, lo han perdido todo y andan en busca del “sueño americano”. Queremos ser más que un Estado hispano, seremos el hermano mayor que les brinde la mano a pueblos más necesitados que nosotros.
La reconstrucción física y “sicológica” de Haití tomará más de una década y billones de dólares. Puerto Rico y los puertorriqueños podemos jugar un papel importante en este noble y cristiano esfuerzo. Estamos preparados para que nuestra creatividad comercial, profesional, gerencial, educativa y en la industria de la construcción se despliegue en beneficio de Haití, el Caribe y Puerto Rico.