Etica y Corrupción, columna publicada en El Nuevo Dia el lunes 23 de agosto.
Ética y corrupción
Hernán Padilla
Debe preocuparnos a todos la “cultura de corrupción” existente en las esferas del gobierno, como vuelve a confirmarse en los casos de ética y corrupción de los Representantes Demócratas Charlie Rangel y Máxine Waters en el Congreso federal y múltiples acusaciones de ética, moral y legal contra funcionarios públicos electos en Puerto Rico.
La Rama Legislativa de la democracia más importante del planeta está entregada a las contribuciones de los cabilderos. En Puerto Rico, los cabilderos, panitas, amigotes, políticos retirados, “asesores políticos”, buscones, vividores de las ventajas políticas y compradores de favores son los que buscan contactos, ofrecen privilegios, obtienen contratos y menosprecian los valores de justicia, equidad, honestidad, integridad y rectitud que debe prevalecer en el servicio público.
La participación en la actividad política a nivel nacional y en Puerto Rico está en manos de una clase política privilegiada. Operan una empresa de auto reelección y permanencia en los escaños electivos. Resulta común que los funcionarios electos permanezcan en sus posiciones por muchos años. El Representante Rangel, lleva más de cuatro décadas como el “Rey político de Harlem”.
Rangel fue electo para sustituir a Adam Clayton Powell de New Cork, quien sirvió 26 en el Congreso y renunció por corrupción. Como si fuera una tradición, más tarde Rangel también sustituyó al Presidente del Comité de Medios, el Congresista Dan Rostenkowski, demócrata, convicto por corrupción. El mal, aunque debido a los controles de la democracia no es conducta mayoritaria ni generalizada, está más entronizado que nunca antes.
En el Congreso, cada cuerpo legislativo tiene un Código de Ética que obliga a los legisladores informar gastos y actividades económicas. El Comité sobre Conducta Oficial, conocido como el Comité de Ética de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, tiene la responsabilidad de investigar alegaciones de violaciones al Código de Conducta, reglamento o ley que gobiernan los deberes oficiales y responsabilidad de los Miembros o sus empleados.
El pueblo requiere y espera que la conducta de los funcionarios electos sea una que siempre refleje honor y honestidad. La Cámara de Representantes de Puerto Rico adoptó un Código de Ética, y responsabilizó a la Comisión de lo Jurídico y Ética para interpretar, aplicar y velar por su cumplimiento. El Código, establece que” los Representantes cumplirán con los más elevados criterios de diligencia, eficiencia y productividad que el pueblo espera sean descargados por estos en el fiel desempeño de las múltiples funciones que corresponden al quehacer legislativo”.
Es encomiable el “mandato” que los Representantes observarán siempre una conducta decorosa que mantenga la imagen apropiada y el respeto publico; que ningún Representante desacatará las leyes; que ningún Representante utilizará la propiedad o fondos públicos para obtener beneficios que estén prohibidos por ley; y que no se puede utilizar la propiedad para beneficio personal.
El Artículo 5 ordena que ningún Representante pueda realizar negocios con agencias del gobierno. Lamentablemente, la lista de excepciones que permite lo contrario es muy extensa y debe limitarse. El Senado de Puerto Rico mejoraría su imagen si sigue al pie de la letra el Código de Ética aprobado en octubre del 2009. Consistencia y transparencia son absolutamente necesarias.
En Puerto Rico no existe la tradición, la independencia de criterio y libertad de la cultura partidista para examinar la conducta de los legisladores de una manera objetiva. El descontento del pueblo con los políticos, el continuísmo y la corrupción son suficiente motivación para requerir que se tome acción para una reforma que defienda el principio que la democracia significa pluralidad de voces y caras.
Es necesario enmendar la Constitución de Puerto Rico para limitar los términos de los funcionarios electos para terminar con el caudillismo político y evitar que algunos políticos vivan como una clase privilegiada.