COLUMNA DE A QUIñONES CALDERON, Reproducida de ENDI
18 de julio de 2013
¿Gueto con la estadidad, dijeron?
ANTONIO QUIÑONES CALDERÓN
El 45.6% de los 3.7 millones de residentes en el Estado Libre Asociado vive bajo el nivel de pobreza; dos veces más que en el estado más pobre de la nación, Mississippi. Los grupos más afectados en el territorio están constituidos por jefas de familia con hijos menores de 18 años de edad y las personas mayores de 65 años de edad.
Ese mismo porcentaje de la población de Puerto Rico depende de los programas federales de alimentos para su subsistencia; en Estados Unidos continentales, esa cifra es de 15.5%; en la Florida, 17.8%.
Más de 667,000 familias puertorriqueñas (1,363,184 personas) residentes en Puerto Rico desayunan, almuerzan y cenan gracias al Programa federal de Asistencia Nutricional (PAN), que asigna al Estado Libre Asociado más de $2,056 millones anuales.
Otras miles de familias se benefician de otros programas federales, como el de TANF (ayuda temporal a familias necesitadas); TEFAP (programa de distribución de alimentos), WIC (ayuda suplementaria para mujeres embarazadas, infantes y niños) y PRES (programa de rehabilitación económica y social a familias), los que disponen de una asignación adicional anual de más de $330 millones. El principal programa de salud del territorio (Mi Salud) que cubre a 1,600,000 personas, subsiste gracias a los $1,000 millones de fondos federales que recibe anualmente.
El ingreso promedio anual de los residentes en el Estado Libre Asociado es de $19,400; el promedio en todo Estados Unidos continentales es de $59,972; en el estado de la Florida es de $45,600. El más bajo en todos los estados de la nación es el de Mississippi: $25,600.
La tasa de desempleo en Puerto Rico (la oficial; que la real es mayor) está situada en un 13.4 %; el promedio en Estados Unidos es del 7.6%. Y ese 13.4% es irreal, porque no incluye las cerca de 19,000 personas que abandonaron la fuerza laboral del territorio durante el año pasado y las miles que han seguido abandonándola durante los pasados seis meses. La tasa de participación laboral en el territorio anda por el 41%: un 41% que trabaja para mantener al 59% que no trabaja.
Solamente en los municipios no metropolitanos deambulan diariamente 1,600 personas (980 más que dos años atrás), y más del doble que ellas en el área metropolitana de San Juan. A éstas les se ven durmiendo en parques públicos, bajo puentes y zaguanes. La mayor parte de estas personas sin techo están en su etapa más productiva: entre los 21 a los 64 años de edad. Hace par de años casi el 80% de los deambulantes tenía que ver con la adicción a drogas; ahora influyen marcadamente los problemas económicos y familiares.
El 25% de la población del territorio podría estar afectada por trastornos de ansiedad; el 6% por bipolaridad y un 48% tendrá alguna condición psiquiátrica en algún momento de su vida.
Cuarenta y seis de cada cien estudiantes en el sistema de enseñanza pública en el territorio abandonan los estudios antes de concluir la escuela intermedia, con el agravante de no poder contar siquiera con un oficio con el que puedan subsistir independientemente. Son los candidatos al ocio, y a los ociosos –escribió Hemingway en “Al romper el alba”– el diablo les da trabajo.
Más del 84% de los niños en el ELA vive en áreas de extrema pobreza, siete veces más que en Estados Unidos y el porcentaje de adolescentes locales que no trabaja ni asiste a la escuela es el doble que en Estados Unidos.
El éxodo de 576,000 puertorriqueños durante la pasada década –especialmente jóvenes profesionales en su etapa de mayor productividad que han hecho las maletas para mudarse a alguno de los estados de la nación– ha tenido como consecuencia una pérdida de al menos $3,000 millones de ingresos que han dejado de recibir las arcas de Hacienda. Los problemas económicos, la criminalidad que no cesa, la escasez de servicios educativos de calidad y la falta de oportunidades de trabajo fueron las razones para el éxodo aducidas esta semana durante un sondeo informal hecho en el área metropolitana de San Juan.
¿Gueto con la estadidad, dijeron?