Nuestras vidas no cambiarán en nada vital, mientras seamos ciudadanos americanos; J. Raymond Watson; 17 septiembre 2013
La vida de nosotros los puertorriqueños está íntimamente atada a nuestra unión con Estados Unidos de América. Así se reconoce en el Preámbulo de la Constitución de Puerto Rico, la ley suprema de nuestro pueblo. El texto de ese Preámbulo fue aceptado unánimemente por la Asamblea Constituyente de 1952, presidida por el entonces gobernador, Don Luis Muñoz Marín, fundador del Partido Popular Democrático. La membresía de esa Asamblea, autorizada por el Congreso, incluyó a Don Luis A. Ferré, entonces líder del Partido Estadista Republicano y luego fundador del Partido Nuevo Progresista, así como gobernador de nuestra amada isla. De hecho, las mentes más duchas en materia legal y constitucional redactaron esa Constitución y nuestro pueblo la aprobó por una masiva mayoría en el referéndum celebrado al efecto.
Pasemos ahora a aquello que nos define nuestra vida diaria, que es envidia de tantos residentes de repúblicas hispanas. Tan es así, que millones de ellos han arriesgado sus vidas para entrar ilegalmente en nuestra nación americana, incluyendo venir a nuestra isla.
Sigamos al amigo Don Esteban en momentos de su vida en nuestra isla. Por la mañana temprano le llega el periódico de su preferencia, ya que hay varios para escoger en nuestro país libre. Luego de desayunarse bien, pasa a recoger su correspondencia, entregada por el sistema postal mejor del mundo. (Un dato curioso es que, en Caracas, Venezuela, se ha creado toda una industria de mensajería, ya que el servicio postal de esa república es deficiente por demás y las empresas y profesiones han tenido que recurrir a pagar a motociclistas para entregar su correo).
Don Esteban, pues, ha recibido sus cartas sin dificultad alguna. Le ha llegado el cheque del Seguro Social federal y sin demora se dirige hacia su banco a depositarlo. Ese depósito estará asegurado por el FDIC (agencia del Tesoro Federal). Al regresar a su casa, procede a hacer el cheque del pago mensual de la hipoteca que le hizo posible comprar su casa propia a un costo más que razonable, por la FHA (agencia federal) asegurar el pago de la hipoteca.
Su esposa, Doña Emilia, entretanto ha salido a las tiendas, a comprar con libertad, usando dólares americanos, así como su tarjeta de crédito, la divisa más segura y cotizada del mundo.
Al regresar a casa, recibe una llamada telefónica de su querida hija. Ella vive en el estado de Delaware, en total igualdad con sus vecinos ciudadanos americanos. Allí, ella vota por su Congresista, sus dos Senadores y por el Presidente y Vice-Presidente de Estados Unidos de América, lo que desgraciadamente no pueden hacer sus padres por vivir en Puerto Rico colonial, en espera de alcanzar la Estadidad. Paquita, la hija, vendrá a visitar a sus padres con sólo hacerse del pasaje en avión, sin formalidad alguna de Visa ni otra burocracia.
Cuando legue Paquita, sus padres la levarán al cine, dónde verá películas habladas en inglés con subtítulos en español. Otra salida será para un concierto de la Sinfónica, cuyo costo de operación es subsidiado con fondos federales. Y si hay una Zarzuela, también irán, además de ópera y ballet, todas artes arraigadas en nuestra cultura. A Paquita le gusta también el béisbol profesional, así que irán también al estadio a ver jugar el deporte nacional de Estados Unidos, que tanto amamos en nuestra isla. Como está por llegar una compañía viajera de “Broadway Shows”, al teatro irán para deleitarse de esa obra cultural americana que aquí tanto nos gusta.
Y ni hablar de la discoteca, con sus ritmos de rock ‘n Roll, ya parte de la cultura isleña también, que para allá irán a divertirse.
A Emilia la ayuda con los trabajos domésticos una jovencita que vive en un residencial público, construido totalmente con fondos federales y administrado también con subsidio federal. Más de 90,000 familias en la isla tienen hogar decente, seguro y sanitario gracias a los fondos federales para vivienda pública que recibe nuestro gobierno estatal.
Los vecinos de Esteban y Emilia tienen hijos escolares y ellos asisten a la escuela pública, concepto originado en USA. En sus tertulias, a veces han hablado de cómo se encontraba Puerto Rico cuando llegaron los americanos a ocupar a la isla en 1898. No había una sóla escuela pública y menos una universidad. Ni un solo dispensario ni clínica médica pública. El promedio de vida escasamente pasaba de 40 años. Sólo la carretera militar estaba algo pavimentada.
¡Y cómo cambió todo! En menos de 5 años se funda la UPR y se abren escuelas públicas por toda la isla. Se establece la Escuela de Medicina Tropical y en poco tiempo se hacen dolores del pasado la malaria, disentería y, con la apertura de facilidades médicas públicas, el promedio de vida aumenta al disfrutar de más salud.
También en casa, Esteban, Emilia y Paquita gozarán de programas de Radio y TV de todas clases, transmitidas con entera libertad, sin censura, originadas aquí, en el Norte y otros lugares.
Hemos logrado una gran fusión entre la cultura pre-americana y la que hoy gozamos. Nos quedamos con lo mejor de todo.
Y eso………. será nuestra vida cuándo seamos El Estado Soberano de Puerto Rico, USA, con total igualdad, con representación igual con la dignidad del voto, pudiendo votar para elegir al Presidente y Vice-Presidente de la nación más libre, segura, próspera y poderosa del mundo. Como ahora, portaremos el pasaporte nacional más respetado del mundo al viajar al extranjero. Así tendremos la verdadera unión permanente con Estados Unidos de América, nuestra nación.
Y lo más magnífico es que nuestras vidas no cambiarán en nada vital, mientras que seremos ciudadanos americanos iguales en todo.