La quiebra del ELA Lunes 16 de febrero, 2015
La quiebra del ELA Lunes 16 de febrero, 2015
Hernán Padilla
En mi columna del pasado 2 de febrero describí el colapso del experimento político del ELA-colonial. Ante la crisis económica que ellos mismos precipitaron, la administración legisló a toda prisa una ley improvisada y defectuosa para permitir la quiebra de corporaciones públicas, obligar a reestructurar sus deudas y aplazar o reducir pagos, que provocó numerosas degradaciones crediticias y la pérdida del acceso a los mercados de capital.\
La reacción de los bonistas fue igualmente contundente: radicaron una demanda ante el Tribunal Federal planteando su inconstitucionalidad. En su determinación el Juez Federal Besosa declaró inconstitucional la Ley de Quiebra Criolla: “la ley es invalidada por el código de quiebras federal y, por tanto, es nula de conformidad con la Cláusula de Supremacía de la Constitución de los Estados Unidos”.
Ahora, exacerban aún más la situación imponiendo una llamada “Reforma Contributiva” y un Impuesto de Valor Añadido. (IVA) que sumado a la infame “Crudita” afectará todos los sectores de la economía puertorriqueña, incluyendo la educación superior.
El Comisionado Residente Pierluisi sostuvo, desde un principio, que “la restructuración del pago de deudas es un asunto federal que sólo puede atenderse de acuerdo a la Constitución y las leyes de los EEUU”. En ese espíritu, acaba de radicar por segunda vez legislación para que PR tenga acceso como un Estado al Capítulo 9 de la Ley de Quiebras Federal tal que, de incurrir alguna agencia en una situación de insolvencia, pueda reorganizarse bajo un estatuto constitucionalmente reconocido y validado en numerosas ocasiones en entidades públicas similares a la AEE, ACT y AAA.
El experimento colonial ha llevado a la Isla a la quiebra y la situación continúa empeorando aceleradamente. La evidencia abunda: la insolvencia fiscal gubernamental y de la economía puertorriqueña; la pobreza que afecta a más del 50% de la población; 40 municipios bajo el nivel federal de pobreza y en insolvencia operacional; y la emigración de sectores productivos.
La falta de credibilidad de la administración colonial de turno ha repercutido en los centros de poder político y económico nacionales e internacionales. Urge pues, implantar un plan comprensivo de desarrollo y recuperación de Puerto Rico que incluya la resolución del status político. Si no se resuelve definitivamente ese ancestral problema, será imposible revertir la situación económica.
La gran incertidumbre que causa nuestra indefinición política, agravada por la falta de competencia de los actuales administradores coloniales, desalienta la inversión privada y es causal fundamental de la presente depresión económica.
La estadidad es la opción óptima para garantizar un buen futuro para Puerto Rico, que le ganará poderes constitucionales, políticos y económicos que promoverán estabilidad, seguridad y progreso. La admisión como Estado potenciará las fuerzas para el desarrollo económico y mejoramiento en la calidad de vida que aspiran todos los puertorriqueños.
Como Estado de los EEUU, PR adquirirá una estatura que le abrirá puertas a nivel internacional. La seguridad, solvencia y estabilidad política tendrán un efecto considerable en allegar inversionistas y nuevas industrias que generen empleos.
La admisión de Puerto Rico como estado revertirá la perdida poblacional del presente. La seguridad de la Estadidad atraerá nueva población que revitalizará la economía mediante el rescate de miles de viviendas vacías y abandonadas, así como la deprimida industria de la construcción.
Los ingresos adicionales que conlleva la Estadidad permitirían al gobierno local reducir considerablemente la carga contributiva, ya que el gobierno federal supliría los fondos para servicios y programas que ahora sufraga a duras penas el erario estatal.
Ante la realidad innegable de que el pueblo de Puerto Rico revocó su consentimiento al status político-económico actual, es imperioso concentrar todos nuestros esfuerzos en lograr que sea admitido como estado a la mayor brevedad posible, y así evitar el colapso dramático que se avecina si continuamos dentro del presente régimen colonial.
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