Secuestran inocencia, paz y tranquilidad de Puerto Rico, El Nuevo Dia, lunes 15 de noviembre, 2010

Secuestran la inocencia, paz y tranquilidad

Hernán Padilla

El secuestro a mano armada del empresario  Guillermo Labrada fue el primer secuestro en la  historia criminal-penal insular. Afortunadamente su familia dio parte a las autoridades y el FBI y la Policía y se tomo acción inmediatamente para localizar el escondite en una residencia en Dorado. El operativo se efectuó con precisión metódica y efectiva, con un certero disparo mortal a la cabeza de uno de los secuestradores y el rescate de la víctima en buen estado de salud.

Los secuestradores no solamente causaron grave daño a la víctima y su familia, también secuestraron la inocencia y complacencia de los puertorriqueños.

Toda conducta delictiva es censurable. Representa la violación de la norma fundamental de convivencia y paz social. Usualmente los secuestradores operan en una banda. Planifican los detalles. Obtienen información sobre la victima, su familia y el lugar donde ocultar al secuestrado. La mente criminal de estos canallas sólo la alimenta el ánimo de la recompensa económica.

Para colmo, se reportó el secuestro, perpetrado en su oficina en Carolina a plena luz del día, del conocido empresario Pichin Román. Los sicarios demandaron y obtuvieron $9,000 de la víctima a punta de pistola. En Morovis, la Policía rescato al hijo de un comerciante por quien los secuestradores exigían $125,000. Los criminales imitaron el fallido golpe contra la familia Labrada.

Temo que éste es el comienzo de una nueva modalidad criminal insular con el trasfondo de la catastrófica situación económica y el terrible azote de los narcotraficantes y sus asociados financieros que, unido a los ejemplos cotidianos de corrupción, continúan destruyendo el tejido social.

El operativo del FBI para arrestar más de 80 policías por ayudar al narcotráfico es evidencia de la corrupción rampante en la sociedad puertorriqueña. El propio Jefe del FBI en Puerto Rico, Luís Fraticelli, confirma que la corrupción en la Policía es sistemática y que desarrolló fuerza con la ganga de Alejo Maldonado hace 35 años.

El arresto de 34 personas, incluyendo siete carteros del Servicio Postal, que utilizaban el correo para transportar drogas y mas de mil libras de marihuana, se queda pequeño al lado del mega-golpe contra una ganga de narcotraficantes que traficaban cocaína y otras drogas  valoradas en $75 millones, un Capo millonario con mansiones y yates, y un empleado del Senado en Ponce.

Urge hacer todo lo que sea necesario para evitar que Puerto Rico se convierta en “otro Méjico”, dominado por la corrupción, asesinatos, narcotráfico impune, secuestros y más sufrimiento en el seno de la familia puertorriqueña.

Me satisface que el Gobernador Fortuño organizó y dirigió la “Cumbre Interagencial Anticorrupción; Frente Común Contra la Corrupción” para atacar a los funcionarios corruptos que destruyen los valores fundamentales de un gobierno democrático. Fortuño co0mvirtió en ley la Oficina del Inspector General, un paso de avanzada para prevenir actos de corrupción gubernamental. El Inspector General debe ser implacable y sus auditores tienen que promover la integridad y eficiencia en los departamentos y agencias del gobierno para prevenir el fraude.

Confío que el pueblo y el gobierno entiendan el mensaje del Gobernador cuando dice que “aquí nadie está por encima de la ley, incluyendo oficiales electos, funcionarios de gobierno, servidores públicos, asesores, contratistas, candidatos a puestos electivos y  partidos políticos”.

Es obvio que un corrupto en el gobierno tiene éxito si cuenta con otro corrupto en la sociedad civil. Ambos van de la mano. El muevo Inspector General, el Departamento de Hacienda y la Policía de Puerto Rico tienen que trabajar unidos para identificar y perseguir a los corruptos que compran a los funcionarios públicos.

La lucha contra el crimen, el narcotráfico y la corrupción requiere un compromiso absoluto para devolverle la tranquilidad y el honor a Puerto Rico.

Comments are closed.