Cocaina y corrupción capitolina, ENDI, Lunes 7 de marzo, 2011

Cocaína Capitolina

Hernán Padilla

El 25 de febrero, viernes negro legislativo, fue un día de desvergüenza, bochorno colectivo, y rabia moral para un pueblo que vive atemorizado por la corrupción,  criminalidad y deterioro social.

El Líder de la Mayoría de la Cámara de Representantes dio positivo para Cocaína. El Sargento de Armas, el funcionario a cargo del orden en la Cámara, también renunció, alegadamente por usar marihuana. Es  un golpe bajo, sucio y lastimero en contra de las aspiraciones de un pueblo que quiere encontrar paz y tranquilidad. Es una puñalada trapera contra la confianza que debe sentir un pueblo hacia sus gobernantes. Terminó la mentira y la decepción de un violador de la ley, el orden y decencia.

No es posible que la DEA, la Policía de Puerto Rico y el Departamento de Justicia puedan defender a un pueblo aterrorizado, cuando en la Casa de las Leyes un mal llamado líder legislativo compra y consume cocaína y no delata al suplidor.

La responsabilidad constitucional primordial del gobierno es garantizar la seguridad a sus ciudadanos. La Legislatura fracasó moralmente ante el pueblo. En el cuatrienio, cuatro legisladores han sido forzados a renunciar, uno está preso y otro está defendiéndose de una acusación federal. Estos  casos evidencian la corrupción endémica, sin distinción de colores, del Capitolio insular.

Drogadicción es una enfermedad que requiere tratamiento médico y rehabilitación. En el caso de un Legislador con el poder de encaminar los proyectos de ley no sabemos si la enfermedad conduce a la corrupción moral o la corrupción es el comienzo de la enfermedad.

Adicción a cocaína comienza y prospera ligada a la adicción a otras drogas, marihuana y alcoholismo en muchos casos. La persona lleva una doble vida. Oculta su condición detrás de la mentira y engaño. Viven amparados bajo la sombra de  un mundo criminal. Victimas fáciles del crimen organizado. Compran drogas a escondidas. Se codean y se relacionan socialmente con los perversos que destruyen las esperanzas de la juventud. El peligro de la sociedad es claro, inminente y catastrófico.

Los ciudadanos-electores confían que la conducta de los funcionarios electos sea honesta y honorable. Crespo violó flagrantemente el Código de Ética de la Cámara. Pisoteó el mandato que “los Representantes observarán siempre una conducta decorosa que mantenga la imagen apropiada y el respeto público”. Violó el juramento de defender la Constitución contra todo enemigo, como son los narcotraficantes.

Conoce los criminales a los que les compra la droga. Viola la ley cuando no acusan a los narcotraficantes. Es pura corrupción. Las renuncias deben ser solo el inicio del trámite penal delictivo ante las esferas insulares y federales.

Reitero mi señalamiento de la pérdida de decencia y el comportamiento honorable. El liderato político ha claudicado de su responsabilidad para atacar la avaricia y la corrupción. Ante el cuadro de descalabro social, corrupción, criminalidad y desvergüenza que sufre el país hacen falta personas honradas y respetuosas de la ley que reconozcan el privilegio de representar en una democracia y sean ejemplos modelos de buenos ciudadanos.

Apoyo enérgicamente a una madre agraviada cuando asevera que este pueblo tiene que tener la valentía de indignarse y tomar acción en contra de los legisladores corruptos sin distinción de ideologías y partidos políticos;  apoyo también la maestra que se siente desmoralizada y sentencia  que estos eventos son nefastos para la educación.

Jenniffer González ordenó la prueba de drogas. Muestra verdadero liderato, sin ampararse en el amiguismo y preferencia política. Nunca antes, un Presidente de la Cámara ha destituido u obligado a tres legisladores y al Sargento de Armas a renunciar por violaciones de Ley y de Ética. Que tomen nota los que no han entendido el mensaje de honestidad y rectitud que demanda el pueblo de Puerto Rico.

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