El “Sueño Americano” (The American Dream) 14 de octubre 2013
El “Sueño Americano” (The American Dream) 14 de octubre 2013
Hernán Padilla
Es innegable que millones de puertorriqueños que han migrado para quedarse en uno de los 50 estados van en busca del “Sueño Americano” que no pueden disfrutar en Puerto Rico.
La idea del “Sueño Americano” tiene raíces en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos: “que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”
El sueño americano es la aspiración de lograr prosperidad y una mejor calidad de vida con oportunidades de progreso individual y colectivo dentro de un orden social, económico y político que garantiza libertad, igualdad de derechos constitucionales, progreso y oportunidades para todos.
Indudablemente ese “Sueño Americano” se ha arraigado en la mentalidad de los puertorriqueños, porque somos ciudadanos americanos. En contraste, durante décadas, diversos sectores han propuesto y los gobiernos han aprobado planes que teóricamente mejorarían la economía, generarían progreso, empleos y mejor calidad de vida. No obstante, desde el 1952 Puerto Rico no sale del colapso social, político y económico producto de un estatus político inferior, fracasado, sin progreso y sin futuro.
La retórica soberanista de la administración colonial, comunidades en franco deterioro y la pobre calidad de vida generalizada han destruido la confianza y suscitado el éxodo. Igualmente, la recesión económica que comenzó en el 2006, el desempleo crónico, la criminalidad, un sistema judicial politizado y desconectado de la realidad puertorriqueña, inflación, alto costo de electricidad y alto costo de vida, los problemas con el sistema de educación, y servicios gubernamentales que no satisfacen a los ciudadanos han exacerbado dicho deterioro.
El éxodo del capital humano promueve a la vez la fuga del capital financiero y estancamiento económico. La industria manufacturera perdió 55,000 empleos entre el 2001 al 2008. En 40 municipios, más de la mitad de la población está bajo el nivel de pobreza.
El movimiento de puertorriqueños hacia los 50 estados es crónico y persistente; del 2005 al 2007 emigraron 174,706. Medio millón de personas abandonaron la isla entre 2001 y 2010. De acuerdo al Censo Federal, hay casi 5 millones de personas con raíces puertorriqueñas en los estados y solo 3.51 millones en Puerto Rico. Expertos proyectan que para el 2050 solo quedarían en la Isla 2.3 millones.
Es necesario mejorar nuestra economía y calidad de vida y hacer todo lo posible por revertir el éxodo de puertorriqueños. Pero no podemos continuar ignorando el impacto negativo y la inestabilidad social y económica que provoca seguir posponiendo la solución permanente del status político de Puerto Rico. Los puertorriqueños residentes en la isla no creen en más estudios y promesas bajo el ELA-fracasado porque solo logran prolongar nuestra agonía.
Aunque traten de distraer nuestra atención con soluciones superficiales a corto plazo, no podemos continuar con el mismo experimento político, social y económico que ha fracasado una y otra vez por más de medio siglo y esperar unos resultados diferentes.
La Declaración de Independencia de los Estados Unidos sostiene: “para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados” Cuando una forma de gobierno se vuelva destructora de estos principios (como el ELA-colonial fracasado), el pueblo tiene derecho a reformarla o revocarla como hemos hecho. Es nuestro derecho instituir una nueva forma como un estado que se base en dichos principios, y que organice sus poderes en forma tal que genere nuestra seguridad, bienestar y felicidad y que nos permita desarrollar nuestro potencial como sociedad y como ciudadanos.
Para lograr que el “Sueño Americano” (“American Dream”) sea una realidad, y que Puerto Rico prospere de manera sostenible, es imperativo integrarnos formal, política y económicamente a nuestra nación americana como estado de la Unión en igualdad de condiciones.