ELA, modelo politico vetusto y fracasado; publicada el 26 de julio, 2010 en El Nuevo Dia
ELA, modelo político vetusto y fracasado
Hernán Padilla
El 25 de julio se celebró el día de la Constitución de Puerto Rico. Equivocadamente, algunas personas que no conocen la historia de la Isla, creen que en esa fecha se creó un nuevo status político, a un Estado Libre Asociado.
Nada más lejos de la verdad, Puerto Rico no es Estado como los otros 50 estados, no es libre como una república, y no está asociado como si hubiera existido un pacto entre “iguales”. El “Commonwealth” no implica un status diferente; jurídicamente no existe. El ELA es una figura legal que crea un “estado de desigualdad” política.
Luego de crearse las Naciones Unidas, en el 1950 el Congreso de los Estados Unidos se vio obligado a autorizar a Puerto Rico a tener nuestra propia Constitución para un gobierno puramente insular. La historia legislativa reitera que la autoridad del Congreso sobre Puerto Rico es absoluta y plenaria. Administra la Cláusula Territorial y provee las condiciones para la eventual incorporación a la Nación como Estado Federado. El propio estatus colonial requiere la Constitución de Puerto Rico sea aprobada por el Congreso. El ELA siempre ha sido transitorio.
El estatus colonial “Territorio No Incorporado” fue aparentemente beneficioso para la Isla. Durante las pasadas seis décadas, bajo el estatus colonial, gracias a la capacidad productiva de nuestra gente y a su vínculo con Estados Unidos, Puerto Rico mostró grandes adelantos en la economía, ciencia, justicia, salud, infraestura, servicios, protección del ambiente, recreación y deportes; pero las limitaciones coloniales del ELA impiden los mismos derechos, privilegios y progreso económico de los otros cincuenta Estados
Aunque al principio, la Isla atrajo industrias, el ELA ha sido un fracaso como dinamo para impulsar la economía. Es evidente el desgaste del modelo de crecimiento bajo el ELA y la incapacidad de sus pilares de exención contributiva local-federal y el libre acceso al mercado estadounidense para propiciar crecimiento en el nuevo contexto de la globalización
Sin la “válvula de escape” hacia los Estados Unidos la economía se hubiera colapsado hace tiempo. Hoy, cuatro millones de seres humanos con raíces puertorriqueñas residen en los Estados Unidos. Estudiantes, profesionales, retirados y familias completas en todos los niveles económicos se siguen sumando a la nueva generación de emigrantes para vivir en un Estado Federado. El drenaje cerebral es imparable.
Bajo el modelo vetusto y fracasado del ELA, las ayudas federales sostienen la economía de Puerto Rico. Las administraciones anteriores bajo gobiernos estado-libristas dejaron un déficit de más de $3,300 millones. La nómina del gobierno representa el 76% del total de gastos del Fondo general. La deuda pública de $55 billones es un reflejo del descalabro de la economía de la Isla durante los últimos ocho años.
Buscar la solución del status no es incompatible con trabajar inteligentemente para sacar a Puerto Rico de la bancarrota moral, económica y fiscal. La incertidumbre sobre nuestro futuro político contribuye al estancamiento económico. La Estadidad, no solo le pone fin al colonialismo, sino provee un mejor marco de seguridad jurídica a la inversión productiva local, nacional y trasnacional. Bajo la Estadidad se asegura y se refuerza la red de seguridad social federal para salud, alimentación, vivienda, educación y servicios a los más necesitados.
El modelo económico de la Estadidad federada es la solución. En la Isla, más de 3.9 millones puertorriqueños reclaman los beneficios de igualdad política, los mismos derechos civiles y el mismo bienestar económico del resto de la Nación.
Cuando el pueblo de Puerto Rico, mediante una consulta democrática, solicite ser el Estado 51 el Congreso y la Nación le darán la bienvenida. Lo contrario sería cometer el más grande descarrío político y de justicia en contra de los ciudadanos americanos de Puerto Rico.
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